Para resumir en pocos párrafos el complejo entorno del año 2020 para en el sistema bancario de América Latina, vamos a recurrir a una matriz, que nos permita organizar los temas en dos ejes:
MACROECONOMÍA
Crisis instantánea:
Antes de iniciar cualquier análisis, es importante ratificar que esta es la mayor crisis global simultánea de la que se tenga registro. Sí, incluso superior a la gran depresión de los 30´s. No en su duración, pero sí en su magnitud y enfoque inicial.
Prácticamente todo se concentró en el trimestre dos (T2) del 2020. Este, sin duda fue el peor trimestre de la historia económica reciente de la humanidad. Es además, un shock pocas veces visto e instantáneo, pues muchas economías muy sanas pasaron a la crisis en cuestión de pocos días. No es una crisis estructural, que toma tiempo en desarrollarse, tampoco es una crisis de competitividad de una industria específica, ni está relacionada con una crisis financiera, como la gran mayoría de crisis de los últimos 100 años. Es una crisis única en su especie, y por ello se
requieren estrategias y acciones diferentes a las del pasado para abordarla.
Falsa dicotomía:
Una de las grandes preguntas que nos debemos hacer para ajustar la estrategia bancaria, es cómo será la forma del ciclo económico? Una V, L, W, K…? Para responder esto durante el 2020 y posiblemente parte del 2021, se debe mirar tanto a la economía como a la salud. Mckinsey generó una buena matriz que permite entender estos dos elementos. En el eje vertical está la respuesta de política pública de salud (buena/regular/mala), y en el eje horizontal la respuesta de política económica (buena/regular/mala). Con esto se pueden entrelazar los escenarios más probables en cada país. De cara al 2021, lo que va a ser relevante es cómo se vuelve operativa la etapa de vacunación. Ahí el Ecuador lleva un atrás importante frente a otros países de la región, lo cual nos vuelve a colocar, como en el 2020, en un cuadrante bastante desfavorable.
¿Lo peor ya pasó?:
Como dijimos, el T2 fue el peor trimestre, pero para los bancos de América Latina, el coletazo más importante todavía no se siente. Todos los efectos que se están sintiendo ahora, en el último trimestre del año no son el resultado del tercer trimestre, sino del T2. Por ahora, buena parte de los reguladores de América Latina han flexibilizado sus requerimientos relacionados con el pase a vencido de cartera, por lo que los balances no están reflejando todavía el verdadero impacto de la crisis. Por eso, tanto el cierre del año 2020 cuanto el inicio del 2021, requerirá de mucho cuidado en el manejo técnico de la banca. En el caso del Ecuador, la recuperación económica puede tardar cerca de tres años (hasta regresar al nivel pre-covid).
SOCIAL / POLÍTICO
Alivio privado vs público:
En buena parte de América Latina, el esfuerzo realizado por la banca privada, en su conjunto, fue mayor que los paquetes de estímulo entregado por lo Gobiernos, y casi siempre más rápidos y directos. Los paquetes de alivio financiero de la banca en América Latina, promedian el 30% del total de la cartera, con países como Colombia, Ecuador, Chile y Perú por encima de la media. En el caso de Ecuador, país dolarizado con escaso margen de acción en la política fiscal y monetaria, en donde el sistema financiero difirió cerca del 36% de la cartera total, mientras que el paquete ayuda pública fue prácticamente cero. En algunos países, los paquetes de apoyo público a la economía fueron muy altos, como en Chile, Brasil y Perú, pero en el resto fueron bastante más pequeños comparados con el tamaño del diferimiento financiero otorgado (en Ecuador, según el FMI, fue menos del 0.5%, comparado con Chile con casi 9%).
Populismo financiero:
Uno de los mayores riesgos a la estabilidad del sistema bancario, no nace de la economía sino de la política. Lastimosamente, incluso en países de fuerte institucionalidad financiera como Perú, Panamá, Colombia y México, han surgido intenciones de corte netamente populistas, que amenazan con crear normativas o leyes absolutamente anti técnicas. El riesgo es que las políticas adoptadas por reguladores y bancos, realizadas de forma temporal, puntual y extraordinaria, podría extenderse más de lo técnicamente correcto, generando consecuencias nefastas e inesperadas en
los sistemas bancarios de la región.
Nuevas expectativas:
Si en algo están de acuerdo los expertos que analizan tendencias del consumidor y cambios en comportamientos de la sociedad, es que el COVID va a acelerar cambios culturales que antes tomaban décadas. Un cambio que venía gestándose desde la gran recesión del año 2008, era la necesidad de que la banca sea más cercana a la sociedad. El valor compartido, los conceptos de banca responsable, entre otros se reforzaron. En medio de la pandemia, las expectativas en ese sentido solo han sido reforzadas. Los clientes de la banca y la sociedad en general espera que la banca sea parte de la solución, que se involucre y que lo haga no solo con una visión hacia la rentabilidad económica sino con una visión más integral de sostenibilidad (ambiental, económica y social). Dado que la banca es justamente parte de la solución en esta crisis, y no la ha acompañado ni provocado, es importante comunicarlo de forma adecuada.
MICRO / EMPRESARIAL
Respuesta digital:
Es evidente que prácticamente, de la noche a la mañana, los sistemas operativos tuvieron que pasar a atender millones de clientes y transacciones de manera digital. El 100% de cambio en algunos casos, y sin embargo, los sistemas no colapsaron (aunque no vamos a negar que hubo cierto temor al inicio). Pero más allá de esta respuesta inmediata, una pregunta que debemos hacernos es si los bancos han tratado al tema digital y a la innovación como un tema táctico (casi operativo), o como un tema estratégico. La respuesta es que en buena parte de la banca sí hay una estrategia consistente y bien trabajada. De hecho, hubiese sido imposible responder a esta súbita crisis, sino se hubiese trabajado desde mucho antes en digitalización. Lo importante es reconocer que falta mucho por hacer y que el reto es aun mayor ahora porque los grandes “ganadores” de esta crisis global serán los bigtechs, y grandes empresas 100% digitales, que podrían reforzar su apuesta de ingresar al negocio bancario en los próximos meses.
Reputación fortalecida:
Admitámoslo. La banca no goza de buena reputación ni en América Latina, ni en buena parte del mundo. Es algo con lo que los bancos y sus asociaciones han aprendido a vivir. Pero no debería ser así. Y el COVID, presenta una oportunidad inesperada a los bancos. Esta crisis, a diferencia de prácticamente todas las anteriores, no es una crisis financiera. En medio de momentos de alta incertidumbre y temor, la banca actuó como un amortiguador de esos dolores.
La clave de aquí en adelante, estará en como seguir fortaleciendo esa reputación y evitar que cualquier escándalo de corto plazo o la acción del populismo político debilite nuevamente esta posición. Para ello la banca debe ser absolutamente propositiva, transparente y comunicar en forma adecuada lo que se ha realizado, y también contar adecuadamente porqué no se puede ir más allá de lo que ya se ha hecho.
Hubs financieros:
Otro elemento que hace falta, y que definirá el futuro de la banca en ciertos países, es trabajar en crear hubs financieros. Pongámoslo claro y sencillo: en esta Era, es imposible que un solo banco se vuelva competitivo si su ecosistema de negocios no lo acompaña. Para competir de aquí en adelante, será esencial trabajar no solo en la competitividad de cada banco, sino en la de su entorno (en su cluster). Ahí surge la necesidad de orientar esfuerzo de manera colaborativa con todos los stakeholders para crear hubs financieros en América Latina. Cada unos estos hubs, podría tener una especialización y orientación. Esta estrategia implica algo que puede ser un contrasentido para algunos bancos, pues se deberá incentivar el desarrollo de fintechs e incluso de bigtechs financieras y neobanks que podrían competir con los bancos tradicionales. Pero no exite ningún hub financiero global (Londres, NY, Israel, etc) o regional (México y Sao Paulo), que no lo haya hecho así. “Colaborar más para competir mejor, será indispensable de aquí en adelante.”